viernes, 5 de diciembre de 2014

Salita de juegos. La satisfacción de culminar.


Diseñar, no es un proceso fácil. Hay que atravesar muchas etapas antes de llegar al producto que buscamos. Incluso en el momento de construir cuando parecía que ya todo estaba resuelto, surgen muchos cambios.
El recorrido que hemos transitado mientras diseñamos la salita de juegos para el hogar, ha sido arduo. No ha sido solamente un camino de diseñar y fabricar, para muchos de nosotros ha sido un proceso de “aprender sobre la marcha”. Técnicas, materiales, proveedores, presupuesto; todo esto es nuevo para varios.  Por lo tanto, el desarrollo de este proyecto ha estado cargado de: investigación, debate, retroalimentación, a veces frustración,  y finalmente de mucha satisfacción, no sólo por lograr cumplir con el objetivo, sino por lo aprendido que sin duda nos servirá para muchas otras ocasiones. 
En grupo, estuvimos diseñando y construyendo la entrada de la salita. Era un encargo importante porque no solamente debía ser atractivo para las niñas sino también funcional para los adultos a cargo y que allí trabajaban.
Partimos de las devoluciones que las directivas del colegio y el hogar nos hicieron a toda la clase; propusimos entonces tres opciones para la estructura de la entrada.
Morfológicamente, las tres estructuras tenían como característica una diferencia de alturas notable, lo cual marcaba el primer contraste entre la entrada que sería para las niñas y la que sería para los adultos.
La entrada para adultos debía tener una altura mayor; espacio libre de obstáculos que permitiera el paso fácilmente cuando fuera necesario. En cambio la entrada de las niñas debía ser un espacio atractivo, divertido, de transición rápida pero también en el cual el entorno se volviera parte del juego. Debíamos diseñar una estructura que reuniera ambos pedidos: una entrada funcional para los grandes y un llamativo preámbulo para las chicas.
Así que el primer paso fue proponer tres estructuras con estás características en su forma y varios elementos que estuvieran contenidos en ella pues deseábamos que en la entrada sucediera un recorrido, que hubieran varias estaciones que fueran conduciendo a las niñas hacia los demás juegos.
Aquí, las primeras propuestas:  
image

image
image
El paso siguiente fue elegir la estructura que reuniera las mejores cualidades. Debía ser un proyecto viable, resistente por seguridad de las chicas, con una intención de diseño y estéticamente atractivo.  Elegimos en consenso con los profesores la segunda estructura (de color naranja en la foto).
Ahora sí empezó la etapa de concreción. A partir de esa estructura debíamos llegar a simplificar lo más que pudiéramos la forma sin que ésta perdiera estabilidad y resistencia. Al fin y al cabo hace parte del ejercicio del diseñador industrial, sacar el mayor provecho de las cualidades de los materiales, las formas y la física, para lograr productos bien elaborados manteniendo un presupuesto que convenga. Todo esto sin olvidar lo principal: la estructura debe funcionar y resolver el problema que se nos ha encargado.
Fuimos entonces simplificando las formas que antes eran más orgánicas. Quitando curvas y ondas fuimos dejando todo formado por láminas rectas.
En este punto ya había que pensar en algún material que aguantara las exigencias del proyecto, que fuera económico y de manipulación fácil. Volvimos la mirada hacia los aglomerados de madera y los multilaminados. Tuvimos que hacer un paralelo entre las características de ambos, por las cuales destacaba el multilaminado por su resistencia y estética; sin embargo, el MDF presentaba un buen equilibrio calidad/precio, y por esto fue el material elegido.
Teniendo un material con el cual se quiere continuar, el ejercicio del diseño se va tornando hacia lo concreto. La mente ya no sólo se imagina una posible estructura sino que también se imagina un espesor, un peso, dimensiones, incluso una textura. Es así como el material se convierte en un disparador impresionante de ideas y recursos. Sabemos que la resistencia y características físicas y químicas de los materiales son limitadas y es por esto que volvemos a una etapa investigativa, en la que buscamos cómo trabajar con dicho elemento, cómo procesarlo para llegar a dónde queremos, qué tipos de vínculos son los mejores para resolver una situación, qué tipo de adhesivos y pinturas sacan el mejor provecho de éste material. Y así, poco a poco, se van uniendo los puntos y se va llegando a producto.
Los diseñadores industriales debemos saber un poco de todo. Sin embargo, el sentido común es imprescindible, así como también la capacidad de pedir ayuda o asesoría, de dirigirnos a la persona especialista y sin temor, volcarle todas las preguntas que tenemos y creemos que nos puede resolver. Es imposible llegar a abarcar como individuo todos los aspectos que hay que considerar cuando se lleva a cabo un proyecto, y es por esto que naturalmente el diseño es un ejercicio que se realiza mucho mejor en equipo.  Contar con un buen grupo de trabajo hace que el proceso completo suceda de manera fluida. Reconocer en cada uno de los miembros los puntos fuertes y utilizarlos con inteligencia, es la manera más efectiva de que casi ningún aspecto se quede sin considerar y todo el proyecto se lleve felizmente a cabo.
Volviendo al MDF… Continuamos entonces con la digitalización de cada una de las piezas que formarían la estructura. Este paso es muy importante porque permite ver con más claridad la cantidad de material que se necesita y la relación tamaño/resistencia de cada parte.  Finalmente, ya sabíamos qué comprar y cuánto comprar.
Una vez comprado el material no queda sino construir. Pareciera un paso sencillo, pero a medida que se va cortando cada pieza, van surgiendo pequeños cambios, decisiones que se toman para sacar el mejor provecho de cada situación, material o forma. Es así como uno se da cuenta que la mente nunca deja de rediseñar los objetos; siempre son potencialmente mejores.
Cortar MDF, lijarlo, seguir lijando, volverlo a lijar, pasarle unas manos de hidrolaca, lijar de nuevo, ir probando los encastres, corregir los que no funcionan, poner remaches, combinar colores, cortar goma eva, hacer calados, abrir huequitos, pensar en que el tiempo pasa más rápido que la lija y agarrarse la cabeza…Seguir.
No es una disciplina fácil, pero es hermosa. Sacamos lo que está dando vueltas en la cabeza y lo hacemos realidad para resolver un problema, un encargo. La satisfacción más grande como diseñadores, es que el producto sea utilizado de la manera como queremos y que resista todas las horas de diversión que las chicas se merecen.  Como diseñadores que utilizan su disciplina como una herramienta de transformación social, la gran recompensa es saber el bienestar que les va a brindar a las niñas tener una sala de juegos pensada solamente para eso: para soñar y jugar.
image
image
image

No hay comentarios:

Publicar un comentario